domingo, 14 de febrero de 2021

La cinta roja de Lucy Adlington

 



LA CINTA ROJA. LUCY ADLINGTON. Editorial Planeta. 2020.


Hola, de nuevo, esta vez con un intervalo más corto entre reseñas. Estoy volviendo a retomar un ritmo de lectura más rápido. 

El libro de hoy es otra historia del Holocausto ambientada en Auschwitz-Birkenau llamado aquí Birchwood (madera de abedul, lo que significa la palabra alemana).

La protagonista es Ella, una adolescente que no tiene ni 16 años y que es raptada a la vuelta del colegio y llevada al campo de concentración. Allí consigue entrar en el Estudio de Alta Costura del campo, un taller creado por la mujer del comandante, donde diseña y confecciona ropa para las mujeres de los Guardianes.

A su llegada conoce a Rose, una chica muy delicada que dice provenir de un palacio y una familia aristocrática. Allí en el taller se hacen amigas y conviven trabajando con Mina, la jefa del Estudio, un poco despiadada, egoísta y orgullosa, y otras compañeras que, como Ella cosen la ropa de estas señoras.

La vida en el taller de costura se puede considerar privilegiada en comparación con la situación de otras "Rayadas," que es como llama Ella a todas las presas que, como ella, llevan el uniforme de rayas.

Día a día se gana la fama de buena diseñadora y costurera (poniendo en práctica todo lo que le enseñó su abuela) e incluso establece una relación más cercana con una Guardiana llamada Carla, la cual le encarga muchas prendas y le regala cosas.

De esta forma, aunque pasando hambre y penurias, el trabajo allí permite a las costureras sobrevivir con una ocupación que no extenúa. Pero cualquier error se paga caro en el campo y Ella y Rose sufren un revés que le da una vuelta de tuerca a su ya deplorable vida allí.

A partir de ahí, la lucha diaria es aún más difícil y las circunstancias vividas llevan a las dos amigas a experimentar los intentos de revuelta y el cercano fin de la Guerra y la tan ansiada liberación.

Pero antes de ver la luz, las cosas se tuercen y las dos amigas ven peligrar su vida más  seriamente todavía y que incluso sus caminos se bifurquen sin saber si algún día volverán a converger.

Un relato de esperanza en el que un sueño por cumplir (abrir una tienda de ropa) y un encuentro en La Ciudad de la Luz, conducirán a las protagonistas a la pugna por la supervivencia en un mundo lleno de horror, violencia, injusticia, hambre y desgracia.

Con una estilo cuidado pero sencillo y una narración de ritmo constante en la que cada suceso es un motivo para contener la respiración, pues cada uno puede ser sinónimo de muerte en un lugar en que la vida de los presos no vale nada.

Una novela que no utiliza los nombres reales de los lugares ni de las personas, pero sí que describe personas, sucesos y sitios que sí existieron mezclados con elementos ficticios.

Es verdad que no es especialmente significativo entre otros libros que existen sobre este tema, pero tiene peculiaridades como la labor que desempeña la protagonista, la de costurera. Hasta ahora, aunque existen más libros que tratan de otros puestos de trabajo, los que yo he leído u oído son fotógrafos, maestros, zapateros, tatuadores, bibliotecarios, farmacéuticos, lavanderas, bailarinas... Al final aquello era un micromundo en el que las necesidades de los guardias debían ser satisfechas.

Por eso, porque es una historia diferente por la profesión que ejerce dentro del campo, pero también porque es un relato no muy explícito que es apto para gente sensible, lo recomiendo a todos aquellos que tienen interés en lo que ocurrió en estos lugares y la lucha por la supervivencia de los que malvivieron allí.

Una novela llena esperanza y de ejemplo para que cada día sepamos apreciar el valor de la vida y las comodidades de las que disponemos, todo a pesar de la situación tan difícil que vivimos ahora con la pandemia. Siempre hay un horror mayor, un sufrimiento más intenso, un momento de la historia aún más inconcebible por las atrocidades que se cometieron. Porque el Holocausto es obra de los hombres que no se pueden llamar seres humanos, mientras que la pandemia es fruto de la naturaleza, que nos castiga por nuestra inconsciencia.

Un saludo y feliz domingo. Ya queda menos para el fin de la pesadilla, mis dos pesadillas. 

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