viernes, 24 de noviembre de 2017

Todos nuestros presentes equivocados de Elan Mastai



TODOS NUESTROS PRESENTES EQUIVOCADOS. ELAN MASTAI. Editorial Alfaguara. 2017.

Buenos días, rellenos.

Una nueva lectura está llamando a la puerta... ha viajado desde el futuro y aquí está.

Este singular libro me llamó la atención por su argumento. Tom Barren vive en 2016, pero un 2016 distinto al nuestro. En este año utópico existen los coches voladores, el teletransporte, vacaciones en el espacio, el punk y el rap no existen, los alimentos se conservan de forma diferente, existen cascos higiénicos que te cortan el pelo y te afeitan, los libros físicos no existen, ni los autores, porque las historias se crean conforme a las expectativas, ilusiones y preferencias de los lectores... En definitiva, un mundo muy diferente del nuestro que ya fue imaginado en las novelas de ciencia ficción de los sesenta, setenta, ochenta...

Pero sobre todo, lo más interesante de esta utopía es que existe una energía ilimitada y limpia que produce el Motor (debería ser un generador, que es lo que produce energía) de Goettreider. Es una energía que se aprovecha del movimiento de rotación de la Tierra, que es gratuita y no contamina.

Este Motor fue creado por Lionel Goettreider, un austriaco que emigra a EE.UU. y lo pone en marcha por primera vez en San Francisco el 11 de julio de 1965. Desde entonces, hay un culto a este señor, un museo dedicado a él y en todos los centros académicos se estudia su vida y obra.

Como es una existencia donde la tecnología está asombrosamente avanzada, el padre de Tom, un científico que ha permanecido toda la vida casi indiferente a su familia (su madre, una gran mujer que solo estaba pendiente de su padre y él, Tom, a quien su padre considera un fracaso), lleva años estudiando la forma de crear la máquina del tiempo y lo consigue. A partir de ahí, su vida se dedica a formar a los crononautas, una especie de astronautas que viajarán por el tiempo. Estas personas tienen un duro entrenamiento a sus espaldas para hacer frente al viaje que llevarán a cabo para ir hasta 1965, el año en que Goettrieder pone en marcha su famoso Motor.

Pero cuando todo está a punto para realizar este singular experimento, las cosas se tuercen. Tom, que es el suplente de la crononauta Penelope Weschler, se ha enamorado de ella y pasa una noche con ella. Las consecuencias de lo que sucede esa noche son nefastas...

Y Tom quiere arreglarlo viajando él en la máquina. Pero algo sucede en el pasado y lo estropea todo y despierta, sí, en el 2016, pero en el nuestro, en el mundo en que vivimos nosotros, sin la parafernalia tecnológica.

Y así, comienza la aventura de Tom, que encuentra a otra Penelope en ese año y a su familia diferente.

Barren intentará arreglar la situación de diferentes formas pero su amor por Penelope es muy fuerte...

¿Podrá devolver el mundo a su estado? ¿Volverá a su verdadero mundo?

Descúbrelo en esta novela tan peculiar.

Aunque parezca solo de ciencia ficción, el libro nos presenta diferentes valores y sentimientos: el amor, la familia, la generosidad, la soledad, el perdón, el arrepentimiento...

Tiene un desarrollo irregular en cuanto al ritmo. Comienza lento pero de forma interesante, cuando presenta su mundo. La parte central de la trama es más rápida, cuando está en nuestro 2016. Pero el final me ha parecido muy enrevesado y pesado. El autor ha liado la trama de tal manera que cuesta entender los hechos en sí y su orden temporal. Además, algunos términos científicos se hacen también incomprensibles en esta parte.

Pero esto no le resta mucho atractivo a la novela. Yo la he disfrutado, sobre todo en la primera parte y la central, por su originalidad y frescura en la historia.

Una trama tierna, divertida y muy muy imaginativa.

La recomiendo incluso a los que no les guste la ciencia ficción, como es mi caso.

Un saludo

jueves, 16 de noviembre de 2017

Konets de César Pérez Gellida


KONETS. CÉSAR PÉREZ GELLIDA. Editorial Suma de Letras. 2017.

Hola, rellenos.

Ha llegado el final. El final de la "octología" con la que nos ha deleitado estos años el vallisoletano. Gellida sale por la puerta grande trazando el destino de todos los personajes que aún andaban vivos.

Podríamos decir que es también la continuación y cierre de Khimera porque se desarrolla durante los mismos años: de 2030 a 2054 y nos encontramos con los mismos personajes.

Entre ellos, Olek Opiozcenek, el hijo de Augusto Ledesma. A lo largo del libro vemos su evolución como persona y como profesional de la informática, más concretamente, de lo que se llama en el libro, el metaverso, el mundo virtual.

En estos años, las tecnologías se han convertido en algo imprescindible en el mundo. Tal y como aparece en Khimera, todas las personas tienen una UAT que es como una especie de smartphone mucho más inteligente, que se lleva en la muñeca y del que prácticamente depende tu vida y es por lo que te pueden localizar y saber todo de ti, porque está conectado al metaverso.

En el transcurso de la novela hay saltos temporales. Nos lleva desde el reclutamiento de Olek en 2030 para el Khimera Proyeckta, pasa por la destrucción de la estación de Lukomorie hasta llegar a finales del año 2054 cuando la ambición de Olek y otros eventos importantes a nivel mundial conllevan graves consecuencias.

Durante el transcurso de la historia, el hilo conductor siempre será el Khimera Proyeckta y será Erika Lopategui la encargada de dirigir este proyecto y de que se cumpla.

¿Quiénes de los personajes habituales, tales como Ramiro Sancho, aparecerán? ¿Qué habrá sido de ellos? Os dejo que lo descubráis.

El konets ("fin" en ruso) del final es el que tenía que ser, es decir, el que Gellida ha querido y ha sabido hilar muy bien para que ningún personaje quedase huérfano. Todos tienen su destino, unos más felices que otros.

Pero no quiero desvelar nada más. Es una obra cumbre de Gellida que tenéis que leer.

Aunque a mí la ciencia ficción no me gusta mucho, tengo que reconocer que la historia que comenzó con Khimera es muy amena. Las sorpresas que nos da el autor con los movimientos que realiza cada personaje, cual tablero de ajedrez, son tan imprevistos a la par que inteligentes, que la espera hasta el próximo fragmento en el que continúa el anterior conmina al lector a pasar con voracidad las páginas.

Tengo que decir que solo el hecho de que aparezcan los personajes de Gellida a los que tanto cariño les he cogido en el transcurso de estos ocho libros, hace de Konets el colofón majestuoso de una escritura que comenzó con Memento mori.

No puedo evitar ponerme melancólica, hoy que cierro (por ahora, ojo, que Gellida tiene proyecto para 2018), esta etapa gellidista que tan buenos momentos me ha hecho pasar.

Y es que con Memento mori se estrenó en el mundo literario español uno de los pocos autores que consiguió que me metiera de lleno en su libro. Su primera novela consiguió que recorriese los escenarios por los que pasaban Augusto, Orestes, Sancho, Erika, Carapocha, etc, sitos en Valladolid.

Conocí esta ciudad a fondo en 2013 cuando lo leí, a pesar de que había llegado unos meses antes, en 2013. Entré en ese estanco de la calle Mota, donde en la ficción se instala un dispositivo para atrapar a Augusto, y con mucho autocontrol conseguí no decirle al estanquero que allí era donde estaban esperando a Augusto a que comprase tabaco en los libros del autor César Pérez Gellida, su paisano. O mi visita por primera vez al parque Ribera de Castilla, esperando encontrarme un cadáver por allí.

Fueron tantas las emociones subiendo la cuesta del doctor Villacián y la calle Hernando de Acuña en el barrio de Parquesol, donde vivía Ramiro, mi pelirrojo favorito (hay que joderse). Barrio en el que actualmente vivo y que siempre me recuerda a él.

Cuánta afinidad con Ólafur Olafsson. La jauría de este personaje y su historia lo convirtieron en casi mi padre. Su trayectoria, su fuerza, su lucha y su inteligencia conformaban el doble de una persona muy importante en mi vida. Por la que hemos luchado tanto y de la que me siento orgullosa. Como seguro que se siente Gellida del inspector islandés, una de sus mejores creaciones.

Por todo esto y porque hay que darle una oportunidad a todo autor que quiera regalarnos lo que su mente ha creado con el afán de llegar e influir en quienes lo lean, os recomiendo no este, sino todos los libros de César.

Konets pertenece a una serie de libros casi independientes y aunque conviene leerlos en orden, a excepción de Khimera y este, se pueden disfrutar por separado.

Si quieres ser partícipe de estas tramas negras, de misterio, de órdenes medievales que ocultan secretos, de claves que descifrar, de un mundo futuro devastado y reconstruido... emprende la aventura de la mano de Augusto, Orestes, Erika, Sancho, Carapocha y los demás.

Ojalá este no sea el fin definitivo y algún día nos volvamos a topar con alguno de estos seres tan únicos que han sido partícipes de una historia igualmente única.

Un saludo, rellenos.

domingo, 5 de noviembre de 2017

A grandes males de César Pérez Gellida


A GRANDES MALES. CÉSAR PÉREZ GELLIDA. Editorial Suma de Letras. 2017.

Hola, rellenos/as.

Después de la reseña de Cuchillo de palo, que fue una de las primeras con las que inauguré el blog, la penúltima parte de esta octalogía por así decirlo, es este libro del que os vengo a hablar.

Tengo que adelantaros que no es tan espectacular como lo fue Cuchillo de palo, pero debo reconocer que es bastante entretenida la historia.

En esta ocasión, el inspector Ramiro Sancho tiene menos protagonismo y solo aparece casi a mitad del libro en compañía de Vincent Dare para dar un golpe que desestabilice la Congregación de Los Hombres Puros.

Primero nos encontramos a Erika y Ólafur Olaffson que viajan a Buenos Aires para desentrañar el misterio que se esconde tras el palacio Barolo; una estatua que parece contener las cenizas del poeta Dante Alighieri; su arquitecto, Mario Palanti; Alcides Edgardo Bujalesky, un experto en Dante; y Telmo, el encargado del palacio; además de ir en busca de Michelson, uno de los custodios de la Congregación.

Principalmente, los dos personajes pretenden encontrar El Cartapacio de Minos, un documento donde aparecen los nombres de los integrantes de la Congregación, para así poder acabar con ella y sus negocios ilegales. Pero, buscándolo también está Michelson, que como custodio quiere también hacer uso del Cartapacio para cumplir con los objetivos que un día iniciase su bisabuelo.

Para encontrarlo, Erika y el islandés contarán con la ayuda de Bujalesky, experto reconocido en Dante, en cuyos poemas de la Divina Comedia se esconden las indicaciones para llegar hasta el documento tan preciado que el gran Damocles, custodio también, protege de manos impuras. Pero antes de llegar hasta él tienen que consultar con un policía retirado, Ramírez, que es el único que sabe dónde está este hombre y que sabe que está vivo, pues todo el mundo piensa que el experto está muerto después de un ataque a él y a su hijo en unas cataratas por parte de la Congregación, que no quiere que se descubra dónde está el Cartapacio.

En medio del camino se encuentran con el arcángel Miguel, el cual les trae muchos problemas, sobre todo a Ólafur y tras dar con Bujalesky, este y el encargado del palacio Barolo, la gran construcción bonaerense en la que se cree que está el documento, iniciarán la búsqueda desde los infiernos hasta el paraíso, siempre con las pistas que se van encontrando y descifrando los poemas de Dante.

Y así, podríamos resumir esta novela que pertenece a la gran obra de Gellida. No cuento más porque sería detallar demasiado y hacer spoiler.

Tenéis que entender que el libro podría encuadrarse en uno de estos libros de misterio, aventuras y secretos que revelar mediante el descifrado de, en este caso, la Divina Comedia de Dante, del estilo de Dan Brown. Todo rodeado del secretismo de las logias masónicas y su legado.

Es por ello que en esta parte de la octalogía, el inspector Sancho aparece en pocas ocasiones y solo cobra protagonismo al final junto a Erika. Otros personajes se quedan en el camino y algunos cobran protagonismo como la mujer albina que es Gabriel, uno de los arcángeles.

El libro, como digo, no es del estilo de los otros, puesto que pasamos de los asesinatos que tiene que investigar Ramiro Sancho a la lucha contra la Congregación, los secretos masónicos, el lugar donde reposan las cenizas de Dante... que ya se inició en la anterior parte.

Es cierto sin embargo, que a pesar de no ser del género al que nos tenía acostumbrados Gellida, es bastante ameno y el misterio en torno al Cartapacio lo convierte en un libro de misterio bastante entretenido y lleno de curiosidades, que si bien no son reales, César lo ha combinado tan bien con la realidad, que apenas distinguimos la ficción de lo que existió o existe de verdad.

A raíz de esta reseña, tengo que recordaros que el día 9 de noviembre sale a la venta la última parte de la octalogía, Konets (que significa «fin»
 en ruso). Una octalogía si contamos la trilogía de Versos, canciones y trocitos de carne, Khimera y la tetralogía de Refranes, canciones y rastros de sangre.

Yo estoy deseando leerla, ¿y vosotros?

Antes de irme, no me puedo contener y tengo que decirlo. El próximo día 11 de noviembre en el Zero Café de Valladolid, César presentará este último libro que va a publicar y además, después de la firma de ejemplares se sorteará una cena con él. Parece ser que también asistirán dos de los personajes... uf, ¿quiénes serán? y sobre todo, ¿quién será el/la afortunado/a que cenará con Gellida?

Yo asistiré, por supuesto, y si me toca la cena, pues seguramente le haré miles de preguntas (si me toca entonces publico una entrada con lo que me conteste, así, a modo de entrevista).

Ay, qué semana de sorpresas y novedades. También tengo que deciros que Konets está muuuuy cerca de mí, lo tengo muuuuy cerca. Ahí queda.

Un saludo.
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