Aquí estoy, sola. En Maro Valles, una de las pastelerías pijas de Valladolid, emulando la primera escena del libro que estoy leyendo “Un perro” de Alejandro Palomas.
En el libro no es esta típica escena de escritor solitario, pero sí se desarrolla en una mesa frente en la cristalera del bar. Mira que es desesperante. Creo que esa escena va a durar todo el libro entero. En vez de ir al meollo es muy lento describiendo detalles de gestos, emociones y pensamientos. Han atropellado a su perro sí, pero ¿qué pasa? ¿cómo? Ahí sigo esperando mientras hay un despiece excesivo de sentimientos y de rasgos de personalidad de cada miembro de la familia que va apareciendo. Y nada del perro. Pensaba que contaría la historia del perro. Al menos, hasta ahora no lo ha hecho.
Mientras escribo esto, aquí estoy con mi tostada de tomate. Eterna ella, siempre a donde vaya, sea mañana o tarde, y el cola cao. El famoso cola cao que tanto tomé en mi época pachucha. Nunca café, y menos ahora que no sé si seré hipertensa.
Mmmm, el bizcochito que acompaña está bueno, pero me gusta más la tostada de tomate. Me recuerda a mi tierra, Extremadura. Me recuerda a mis desayunos con mi madre y con mis perros cerca.
Aquí estoy, sola. Como el escritor que en vez de en la soledad de su casa escribe en un bar porque se inspira más. Yo no me inspiro, solo pienso y escribo lo que se me pasa por la cabeza. Pero yo no estoy sola como el escritor que lo necesita, yo lo estoy porque sí, porque es lo que me ha tocado. Es lo que tiene tener solo unos pocos conocidos aquí y familia, sí, pero ahí queda.
No es tanto la soledad lo que me molesta, sino este dolor de cabeza constante. Me sube por la nuca y está ahí instalado en forma de cefalea tensional. Tensos los músculos, que no yo. Me está jugando una mala pasada ir encorvada, tengo las cervicales que parece que me ha pasado un elefante por encima. Y sin embargo, no puedo dejar de encogerme de hombros ante el frío que hace aquí. P*** frío de Valladolid.
Con esto del dolor han vuelto mis demonios depresivos, aunque esta vez les he hecho frente. Ando con la cabeza como una olla express, pero me aguanto. Me tomo las sustancias que me han prescrito y arreando. A ver si se quita por aburrimiento.
Qué rica la tostada…, otra vez, pero se ha acabado. Como para no estar buena, 2,85 napos que me han clavado. Esto es lo que tiene venir a estos sitios. Por ese dinero en Extremadura me ponen dos tostadas y más grandes, fíjate.
Estoy en el barrio de Parquesol, dentro de poco vengo a vivir aquí. Está bien, pero hay que coger el bus para ir a otros sitios del centro, aunque está bien equipado.
Y la casa nueva, ehmmm. Tengo dudas, últimamente (hace mucho tiempo, más bien) me siento de ninguna parte. Antes identificaba “mi casa”, ahora solo identifico “donde vivo”. Esto de no ser propietaria, que otros paguen y en el fondo tengan poder sobre esa casa, siempre te resta libertad a la hora de asentarte o decir “mi casa.”
También quiero un perro, por eso me decepciona el libro que he mencionado, porque no habla nada del perro, o al menos no en vida, tan solo que lo han atropellado. Pero un perro es una responsabilidad y no sé si me dejan tenerlo en “la casa.” A lo mejor así no tengo que escribir aquí, solitariamente. Y me haría compañía.
Me imagino que, mucho antes de ciertos acontecimientos tristes ocurridos a mi familia, una tarde de estas en la casa de Mérida habría sido diferente que aquí. Pero antes de esos eventos tristes. Seguramente, habría ido con mis padres o solo mi madre a hacer recados, ir a preguntar algo a alguna tienda o a sacar a los perros. Pero aquí no, aquí cada uno va por su parte y yo, como tengo que dar clases y salgo a las 19 h, me quedo aquí, sola. No son gente de esperar y compartir. Hay que mover los asuntos de la casa y la reforma por su cuenta, que para eso es su casa.
De todas formas, en la casa de Mérida ahora habría sido igual. Me habría quedado en casa porque mi madre estaría en el gimnasio y mi padre en el trabajo y solo estaría mi hermano.
Así que da igual. Ahora bajo por la escalera del piso de arriba de la pastelería, para volver a casa, en el bus. Con el libro desesperante y con un zumbador por cabeza, sin contar la chepa. Ja, ja.
Rellenita de crema
Blog literario
miércoles, 9 de marzo de 2016
miércoles, 15 de abril de 2015
VOLVIENDO A CONTAR COSILLAS...
El caso es que esto ya lo he escrito en Facebook. Pero como me siento orgullosa de estas inspiraciones que tengo en momentos inesperados, pues lo vuelvo a contar aquí. Es un desafío a mi complejo de inferioridad.
Subiendo las escaleras de El Corte Inglés con: mi chaqueta de Adidas con la marca un poco borrada, mis pantalones de chandal que me están un poco largos con un agujerito en el muslo izquierdo y por dentro de las zapatillas deportivas con velcro que tienen un agujero en la del pie derecho en la zona del juanete, mis gafas de combate (en las que tengo casi la graduación de tiempos de mi comunión o más...), mi bolsa del Carrefour (de cuando todavía te las daban gratis) con la bata azul de trabajo dentro hecha una bola y cerrada con un nudo; viendo a las señoras del moño y traje falda ojeando los vestidos de Ralph Lauren; a las dependientas con el bote del último perfume de Dolce&Gabbana; y pensando que nunca estando tan fuera de lugar me había sentido tan digna.
Es lo que tiene inundarse con la elegancia y sofisticación de esta tienda, que si solo llevas 20 € de media en el monedero y encima vas un poco desarrapado, puedes llegar a sentirte mal. El caso es que a mí no me pasó, incluso cuando iba vestida con ropa de ensuciar y romper (es lo que tiene trabajar limpiando, que no me interesa llevar ropa demasiado elegante, aunque no la llevo sucia, ¿eh?).
Subiendo las escaleras de El Corte Inglés con: mi chaqueta de Adidas con la marca un poco borrada, mis pantalones de chandal que me están un poco largos con un agujerito en el muslo izquierdo y por dentro de las zapatillas deportivas con velcro que tienen un agujero en la del pie derecho en la zona del juanete, mis gafas de combate (en las que tengo casi la graduación de tiempos de mi comunión o más...), mi bolsa del Carrefour (de cuando todavía te las daban gratis) con la bata azul de trabajo dentro hecha una bola y cerrada con un nudo; viendo a las señoras del moño y traje falda ojeando los vestidos de Ralph Lauren; a las dependientas con el bote del último perfume de Dolce&Gabbana; y pensando que nunca estando tan fuera de lugar me había sentido tan digna.
Es lo que tiene inundarse con la elegancia y sofisticación de esta tienda, que si solo llevas 20 € de media en el monedero y encima vas un poco desarrapado, puedes llegar a sentirte mal. El caso es que a mí no me pasó, incluso cuando iba vestida con ropa de ensuciar y romper (es lo que tiene trabajar limpiando, que no me interesa llevar ropa demasiado elegante, aunque no la llevo sucia, ¿eh?).
domingo, 29 de marzo de 2015
Yo y mis circunstancias
A la porra. Ya está hecho. Bueno, todavía no. Me refería a este blog. Empiezo escribiéndolo en el iPad, esta manzana a medio comer que no es muy manejable a la hora de crear blogs, hacer capturas de pantalla, buscar palabras en un texto o escribir un texto en el procesador, entre otras cosas porque no tiene o el que tiene gratuito es malo. Lo dicho: esto está escrito en la aplicación de notas. El original no tenía formato y las tildes brillaban por su ausencia. Era un impulso del momento y había que volcarlo de alguna manera. Pero ahora está decente.
Allá voy.
Me decido a escribir este blog gracias a los sorteos y concursos que hay por ahí en los blogs de perfil literario. Desde hace un mes más o menos me dio el zumbao de participar en cuantos más sorteos mejor por ver si me tocaba otro libro después del que me tocó en un concurso de Casa del Libro. El caso es que me he viciado participando indiscriminadamente y en estos sorteos prefieren a gente con un blog propio y a ser posible literario. Además de que tienes que poner el banner en tu blog. Así que me he dicho "enga" y aunque no hay un solo día del año en que no esté leyendo un libro, prefiero dejar el blog como cofre de los asuntos que me dé la gana escribir, no quiero monopolizar.
Si un día termino de leer un libro y me apetece poner aquí la reseña con opinión, pues la pongo. Si por el contrario, prefiero dejar un suceso digno de ser contado, pues también. Así me supongo que irá esto o al menos como quiero que vaya.
En esta entrada es necesario que me presente a mí y mis circunstancias, como decía Ortega y Gasset, que es uno solo, por cierto.
No sé si resultara interesante que cuente estas cosas, no he leído muchos blogs y no estoy en la onda de que se puede escribir en la primera entrada de un blog, por lo menos para que lo lea alguien. Pero esto es como las tiendas que se abren o los libros que salen a la venta, que o bien hay un boom y tienen un éxito en ventas, o bien duran dos telediarios, tanto unas como otros. En el caso de los libros, con una edición les sobra. Puede que alguien pierda o gane, según se mire, su tiempo leyéndome y se haga seguidor, puede que sea como las frutas escarchadas del roscón de reyes, que todos las miran porque quedan muy vistosas pero nadie se las come casi nunca.
En cuanto a mí y mis circunstancias, cabe decir que soy indiscreta, por naturaleza. Este detalle aunque así de sopetón, resulta importante conocerlo porque implica el uso expresiones idiosincráticas creadas por mí a veces un poco ordinarias, y que largue por esta boca todo lo que pienso sin pararme a reflexionar antes. Y así me va en ocasiones.
Me he arrepentido de decir muchas de las cosas que he soltado sin pensar en las consecuencias, pero otras tantas simplemente me he creído en el derecho de decirlas y lo he visto como algo normal.
Frases como "a la porra" "los cojones de Paco" "no me toques el mondongo" "archiperres" "cacharros" "jarapales" "estoy encojonada". Mi voz de helio, es decir, de pitufo, utilizada originalmente con mis perros cuando les llamaba "oso" y otros tantos apelativos cariñosos, y ahora reutilizada con mi novio cuando le llamo "colibrí" "oso" "osito" "gordito"... Mis gritos de ira que me dejan la garganta como si me hubiesen dado con un cepillo... Mis ya mencionados chivatazos e indiscreciones varias... Todo esto forma parte de mi acervo cultural personal. Sin necesitar abuela, creo que todo ello me convierte en un diccionario popular original y un libro de situaciones cómicas o especiales que quizá merece la pena conocer. O no... (Aquí aparece de nuevo mi complejo de inferioridad).
Con respecto a mi amigo el complejo de inferioridad, también forma parte de mí y es por eso que muchas de las historias de las que soy protagonista contienen un mal entendido y resultan incluso cómicas. Este amigo casi inseparable es como los granos de mi cara o las manchas rojas que me dejan, siempre están ahí. Los granos que llevo conmigo son como "Jerrys" (así les puso de mote una amiga a los granos en general) o "engendros" (como les llamo yo) que forman parte de mi familia e incluso diría que de mí. Ellos son los que han alimentado bastante mi complejo de inferioridad junto con mi autoetiquetado de fea sin fronteras.
Los "engendritos" (dicho con mi voz de pitufo) son parte de un síndrome con un nombre bastante largo: Síndrome de los ovarios poliquísticos. Quien quiera saber de qué va el asunto que haga uso de internet, que es un poco largo de explicar y yo ya lo tengo aborrecido.
Lo de la fealdad autoetiquetada viene de problemas en la adolescencia cuando a una serie de... se dedicaron a detallarme cada día de mi existencia mi desviación de los cañones de belleza o incluso del canon de las del montón.
Así que voy por la vida con una cara con más imperfecciones y averías que los cacharros de los chinos. Y no solo físicamente, psicológicamente tengo mis clacas también, como todos.
Buf, esto es muy largo. Son la 1:45 de la mañana y dentro de quince minutos se cambia la hora y pasan a ser las tres. Tengo sueño. Mañana si eso, creo el blog y meto esta entrada.
Allá voy.
Me decido a escribir este blog gracias a los sorteos y concursos que hay por ahí en los blogs de perfil literario. Desde hace un mes más o menos me dio el zumbao de participar en cuantos más sorteos mejor por ver si me tocaba otro libro después del que me tocó en un concurso de Casa del Libro. El caso es que me he viciado participando indiscriminadamente y en estos sorteos prefieren a gente con un blog propio y a ser posible literario. Además de que tienes que poner el banner en tu blog. Así que me he dicho "enga" y aunque no hay un solo día del año en que no esté leyendo un libro, prefiero dejar el blog como cofre de los asuntos que me dé la gana escribir, no quiero monopolizar.
Si un día termino de leer un libro y me apetece poner aquí la reseña con opinión, pues la pongo. Si por el contrario, prefiero dejar un suceso digno de ser contado, pues también. Así me supongo que irá esto o al menos como quiero que vaya.
En esta entrada es necesario que me presente a mí y mis circunstancias, como decía Ortega y Gasset, que es uno solo, por cierto.
No sé si resultara interesante que cuente estas cosas, no he leído muchos blogs y no estoy en la onda de que se puede escribir en la primera entrada de un blog, por lo menos para que lo lea alguien. Pero esto es como las tiendas que se abren o los libros que salen a la venta, que o bien hay un boom y tienen un éxito en ventas, o bien duran dos telediarios, tanto unas como otros. En el caso de los libros, con una edición les sobra. Puede que alguien pierda o gane, según se mire, su tiempo leyéndome y se haga seguidor, puede que sea como las frutas escarchadas del roscón de reyes, que todos las miran porque quedan muy vistosas pero nadie se las come casi nunca.
En cuanto a mí y mis circunstancias, cabe decir que soy indiscreta, por naturaleza. Este detalle aunque así de sopetón, resulta importante conocerlo porque implica el uso expresiones idiosincráticas creadas por mí a veces un poco ordinarias, y que largue por esta boca todo lo que pienso sin pararme a reflexionar antes. Y así me va en ocasiones.
Me he arrepentido de decir muchas de las cosas que he soltado sin pensar en las consecuencias, pero otras tantas simplemente me he creído en el derecho de decirlas y lo he visto como algo normal.
Frases como "a la porra" "los cojones de Paco" "no me toques el mondongo" "archiperres" "cacharros" "jarapales" "estoy encojonada". Mi voz de helio, es decir, de pitufo, utilizada originalmente con mis perros cuando les llamaba "oso" y otros tantos apelativos cariñosos, y ahora reutilizada con mi novio cuando le llamo "colibrí" "oso" "osito" "gordito"... Mis gritos de ira que me dejan la garganta como si me hubiesen dado con un cepillo... Mis ya mencionados chivatazos e indiscreciones varias... Todo esto forma parte de mi acervo cultural personal. Sin necesitar abuela, creo que todo ello me convierte en un diccionario popular original y un libro de situaciones cómicas o especiales que quizá merece la pena conocer. O no... (Aquí aparece de nuevo mi complejo de inferioridad).
Con respecto a mi amigo el complejo de inferioridad, también forma parte de mí y es por eso que muchas de las historias de las que soy protagonista contienen un mal entendido y resultan incluso cómicas. Este amigo casi inseparable es como los granos de mi cara o las manchas rojas que me dejan, siempre están ahí. Los granos que llevo conmigo son como "Jerrys" (así les puso de mote una amiga a los granos en general) o "engendros" (como les llamo yo) que forman parte de mi familia e incluso diría que de mí. Ellos son los que han alimentado bastante mi complejo de inferioridad junto con mi autoetiquetado de fea sin fronteras.
Los "engendritos" (dicho con mi voz de pitufo) son parte de un síndrome con un nombre bastante largo: Síndrome de los ovarios poliquísticos. Quien quiera saber de qué va el asunto que haga uso de internet, que es un poco largo de explicar y yo ya lo tengo aborrecido.
Lo de la fealdad autoetiquetada viene de problemas en la adolescencia cuando a una serie de... se dedicaron a detallarme cada día de mi existencia mi desviación de los cañones de belleza o incluso del canon de las del montón.
Así que voy por la vida con una cara con más imperfecciones y averías que los cacharros de los chinos. Y no solo físicamente, psicológicamente tengo mis clacas también, como todos.
Buf, esto es muy largo. Son la 1:45 de la mañana y dentro de quince minutos se cambia la hora y pasan a ser las tres. Tengo sueño. Mañana si eso, creo el blog y meto esta entrada.
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Si alguna vez ves una botita no dejes que te pise y písala tú a ella. Frase cumbre... algo así como vive y deja vivir, pero no te dejes avasallar.
Soy Judith y tengo alma de lectora desde que mi abuela me regalase el libro Aniceto el vencecanguelos y vaya que sí los vencí... ahora soy más fuerte y esa fortaleza también me la han aportado todos los libros de los que me he ido rellenando.
Y es que la crema de los libros es uno de los pilares para hacerme feliz, junto con mi familia y amigos.
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