Saludos de juernes.
Llegamos al día de la semana en que estamos muy cerca del finde pero no llegamos a tocarlo...
Y sin haber llegado al finde, que es cuando suelo reseñar, vengo con otra novela bajo el brazo. Divertida, entretenida, ingeniosa y sin excesivo adorno.
El título es muy actual y casi irrealizable, porque me imagino a pocos sin el móvil en la mano consultando sus redes sociales un verano entero (dos meses de tortura o de desintoxicación, según cómo se mire).
Y es que la protagonista está más de un verano sin Facebook, porque trabaja desde hace cinco años en un pueblo de Colorado, llamado también como su homónimo de la costa este, Nueva York, donde no hay cobertura de Internet, ni siquiera por cable.
Allí, la inspectora Agatha Crispies funda un club de lectura en la comisaría cuyas únicas miembros son la señora de la limpieza y ella. Aparte de este club, hay otros de sudokus, de punto (de coser) y de dardos, porque en esa comisaría están siempre libres de trabajo, nunca ocurre nada interesante en el pueblo de Nueva York, Colorado.
A su vez, Agatha, transferida allí desde la Nueva York, Nueva York por un incidente en un caso, se aburre y lo único que desea es que ocurra algún crimen para resolverlo y que la devuelvan a la gran ciudad, esta vez ya como capitana.
Y los días pasan hasta que aparece un muerto, aunque no en la jurisdicción de Nueva York, sino en Woodville, a dos horas de allí. Pero Agatha se las ingenia para que le den el caso a ella.
Y así comienzan sus pesquisas, cuyos resultados anota en su Moleskine. La cual se va llenando de sospechosos conforme avanza en la investigación y cuando aparecen dos muertos más.
Asesinados salvajemente, unos agujereados y otra ahorcada, Crispies halla conexiones entre los crímenes y se deja ayudar por el sheriff McDonalds, de Woodville.
Pero todo es muy raro y los sospechosos comienzan a ser descartados hasta que sólo queda uno. Pero cuando creemos saber la verdad... una vuelta de tuerca nos deja sorprendidos como con la otra Agatha, Agatha Christie.
Y es que la novela es un guiño a la escritora, a esas novelas de misterio y policiacas en las que el culpable es el que menos esperamos. Pero no se queda ahí. Con el característico humor que se gasta el autor (sus otros dos libros me hiceron reír bastante), nos lleva a través de una trama negra pero cómica, con una estructura impecable pero muy divertida y rocambolesca.
Es una novela ingeniosa y original, porque mezcla la pureza de las novelas de misterio con detalles propios de las novelas de humor, y además, con una particularidad que la dota de una originalidad extrema. En todo el libro se habla constantemente de literatura. Aprendemos un montón de curiosidades y cultura sobre libros clásicos y no tan clásicos. Citas, anécdotas, sinopsis de muchos libros entre los que hay algunos que no he leído. Incluso aparecen autores actuales como personajes de la historia.
Todo un abanico de singularidades que dotan al libro de una amenidad indescriptible. Aunque no me esperaba menos de Romain Puértolas, puesto que en sus otros dos libros también me sorprendió y lo ha vuelto a hacer.
Sin duda, un libro que recomiendo a todo el mundo, yo creo que es universalmente adorable. No es pasteloso, ni complejo, es cómico, ameno y tiene una trama interesante con un final único.
En vuestras manos lo dejo.
Ciao.
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