LA BAILARINA DE AUSCHWITZ. EDITH EGER. Editorial Planeta. 2018.
Después del rollo pollo del RGPD y de haber recibido veinte mil e-mails de aviso de privacidad y para dar mi consentimiento, por fin puedo decir que la pesadilla acabó.
Y aunque esa pesadilla ha acabado, hay otras que nos pueden perseguir toda la vida, como es el caso de la protagonista del libro que reseño hoy: La bailarina de Auschwitz.
Ya sé que este año estoy leyendo muchos libros sobre el Holocausto, pero seguiré haciéndolo puesto que este año, no sé por qué, me interesé mucho más por el tema cuando se conmemoró el 73º aniversario de la liberación de Auschwitz el 27 de enero de 1945 por los soviéticos, Día Internacional de Conmemoración del Holocausto.
Pues bien, en este libro, la autora nos habla de su experiencia personal en este campo de concentración, sobre todo del horror que vivió y de la suerte que tuvo al sobrevivir al maltrato, la vejación, la explotación y los exterminios. Una de las veces en que se salvó fue precisamente en una de las escenas que da título al libro. Cuando Mengele le pidió que bailase para él puesto que ella era bailarina de ballet antes de la guerra y ella lo hizo asustada pero pensando que sería una manera de sobrevivir.
Todas las experiencias en el campo de la muerte las vive con su hermana Magda, que junto con su padre y su madre fueron los miembros de la familia que estuvieron en Auschwitz. Su hermana Klara, violinista, como estaba en Budapest cuando los detuvieron, no llegó a sufrir estas atrocidades.
Sus padres fueron gaseados al principio pero el trascurso de la historia de las dos hermanas fue distinto.
Después de la narración de las vivencias en Polonia, Edith Eger nos sumerge en otra parte de su vida donde intenta recomponer los trozos de su familia que han dejado los Nazis.
Nos cuenta lo que ocurre después de la guerra, primero en Europa donde forma una familia y luego en EE.UU. donde estudia Psicología y se convierte en una gran terapeuta gracias, no solo a su mentor, Victor Frankl, autor de El hombre en busca de sentido, superviviente también de Auschwitz, sino a su esfuerzo por adaptarse, estudiar y salir adelante enfrentándose a los monstruos del pasado.
La última parte es un compendio de casos clínicos que trató y que de alguna manera le han ayudado a recomponerse, a liberarse, como dice ella, y enfrentarse al pasado para vivir en paz.
Un relato de supervivencia, de amor, de esperanza, de caídas, de remontadas, de esfuerzo, de tesón, de astucia, de valentía, de tristeza, de alegría, de miedo, de rabia, de ira, pero sobre todo, de SUPERACIÓN.
Ella, a pesar de todo lo vivido, perdona y no tiene sentimientos de venganza como otros supervivientes del Holocausto. Es verdad que siente ira, rabia, que incluso buscaría a Mengele para vengarse por la muerte de sus padres, pero luego se da cuenta de que no le serviría de nada, para vencer estos demonios solo le queda el amor y la comprensión.
La enseñanza del libro es simplemente que nosotros mismos nos hacemos prisioneros en nuestra mente. Con sentimientos enclaustrados que negamos y que nos hacen sufrir porque no nos enfrentamos a ellos. Sentimientos que nos anclan a un pasado o un presente doloroso. Es por eso que debemos hacernos conscientes de ese temor, de esos sentimientos y emociones de los que intentamos huir pero que forman parte de nosotros y por tanto, debemos hacerles caso para combatirlos y pasar página.
No quiero desvelar nada más, porque este libro es una joya de la que cada lector sacará sus propias conclusiones, su propia pedagogía que, aplicada a su vida, le ayudará a entenderse a sí mismo y liberarse de la cárcel de su mente si es prisionero de la misma por un pasado o un presente que le atormenta.
En mi opinión, se merece muy buenas críticas y por mí tiene un nueve, solo porque al final, los casos que presenta se hacen algunos un poco pesados.
Un saludo y espero que disfrutéis de este libro como lo he hecho yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario